Lilly Ortiz y la revolución verde de la Escuela Laura Mercado

Entrevista a la profesora Lilly Ortiz: El bosque fue nuestro salón de clases:
El Agrónomo Yehokhanan Lugo de Cafiesencia y la profesora Lilly Ortiz frente a la Escuela Laura Mercado
En el corazón del Poblado Rosario de San Germán, hace casi una década, la Escuela Laura Mercado vivió una transformación que cambió para siempre su manera de enseñar y aprender. Lo que antes era un terreno baldío de 32 cuerdas se convirtió, con el paso de los años, en un espacio verde lleno de vida, conocimiento y comunidad. Allí nació la escuela agroecológica y bosque secundario, entre árboles, senderos y cultivos, los estudiantes aprendieron ciencias observando el vuelo de las aves, matemáticas midiendo parcelas y valores humanos cultivando la tierra.
La artífice de esta metamorfosis fue la profesora Lilly Ortiz, una educadora que creyó que el aula no debía tener paredes y que el aprendizaje debía respirarse al aire libre. Su visión agroecológica convirtió a la escuela en un laboratorio vivo, pionero en Puerto Rico, donde se integraron la educación ambiental, la investigación y el compromiso comunitario.
En esta conversación con el agrónomo Yehokhanan Lugo, Ortiz recuerda cómo un sueño compartido entre maestros, padres y estudiantes logró transformar la educación tradicional en una experiencia arraigada en la tierra, la ciencia y la esperanza.
Una maestra con visión:
"En 1983 me gradué de maestra de Matemáticas", comienza diciendo Lilly Ortiz, con esa mezcla de serenidad y energía que aún conserva después de tantos años de enseñanza. "Daba clases desde séptimo hasta cuarto año, pero siempre soñé con algo distinto."
Su trayectoria tomó un giro cuando se integró al proyecto "Puerto Rico S6", dedicado a fortalecer la enseñanza de ciencia y matemáticas con materiales manipulativos. "Estuve allí casi diez años, adiestrando maestros para enseñar tocando, experimentando. La ciencia no se aprende repitiendo, sino probando."
Años después, llegó a la Escuela Laura Mercado, en el Poblado Rosario de San Germán. Al abrir el plan de trabajo, una frase la detuvo: "La Laura Mercado cuenta con 32 cuerdas de terreno."
"Yo miré para el lado y pensé: ¿Dónde están esas 32 cuerdas?" recuerda entre risas. "Muchas estaban abandonadas, pero supe que había una oportunidad. Aquí había que hacer algo diferente."
El nacimiento de un aula viva:
Con el apoyo de su antiguo jefe del proyecto PR S6, ahora enfocado en educación y neurología, Lilly reunió a los maestros para diseñar un nuevo modelo educativo. "Él vino por varios días a la escuela y nos ayudó a planificar cómo enseñar en las áreas verdes. Fue entonces cuando nació nuestro bosque escolar."
Era 2008, y en aquel terreno comenzó a gestarse un salón sin paredes. "Los niños aprendían mejor al aire libre. Escuchaban el canto de los pájaros, observaban las plantas, y la ciencia se les hacía real. Era un aula viva."
Pero el camino no fue fácil. "Con la Ley 7, muchos maestros temían que la escuela cerrara. Yo les dije: si el sistema cambia, nosotros cambiamos con él. Vamos a convertirnos en la primera escuela agroecológica del Caribe."
Y así fue. Padres, vecinos y maestros se unieron en un esfuerzo colectivo para rescatar el terreno. "Recuerdo a los padres regando plantas y a los estudiantes limpiando veredas. Cuando llegaban por la mañana, ya sabían cuál era su trabajo del día."
De terreno abandonado a finca educativa:
Varias entidades colaboraron: entre ellas el Departamento de Agricultura, NRCS, DRNA, el Banco Popular y Cafiesencia. "Un día el Banco Popular nos construyó un puente de madera en el bosque. Fue simbólico. Literalmente, conectamos áreas que antes estaban separadas."
Los viernes eran días de campo dentro de la escuela: dos horas dedicadas a proyectos de siembra, arte y ciencias. "Cada maestro tenía su proyecto: algunos sembraban plantas medicinales, otros creaban huertos o jardines de polinizadores. Todos aportaban algo."
Incluso los animales del bosque se volvieron parte del aprendizaje. "Las culebras se convirtieron en las amiguitas de los estudiantes. Ellos esperaban a verlas tomar el sol. Aprendieron a respetarlas, no a temerles."
El entusiasmo contagió a toda la comunidad. Cafiesencia instaló un banner educativo con las aves identificadas en el bosque, una herramienta que transformó la mirada de los niños. "Cuando los nenes vieron las aves en el cartel, entendieron que la naturaleza trabaja para nosotros. Lo que pasa es que no siempre sabemos leerla."
Durante su gestión como directora, Lilly Ortiz lideró la participación del bosque escolar en el programa CAFEiCANTO, dedicado a la identificación de aves y la educación ambiental. Bajo su dirección, no solo se registraron especies, sino que también se ofrecieron talleres prácticos a maestros, estudiantes y miembros de la comunidad sobre técnicas de observación e interpretación de aves, fortaleciendo el vínculo entre educación y naturaleza.
Una comunidad en movimiento:
La Escuela Laura Mercado se convirtió en un modelo educativo. Ferias agrícolas, competencias deportivas, festivales agroecológicos y veladas navideñas unieron a la comunidad del Rosario. "Los niños se sentían orgullosos. No era solo una escuela; era su finca, su bosque, su proyecto."
El proyecto agroecológico también sirvió de puente con otras instituciones. "Recibimos apoyo de iglesias, del Banco Popular, y hasta vinieron agrónomos a enseñar sobre suelos y siembras en terrazas. Cada visita era una clase nueva."
El resultado fue tangible: "Ganábamos premios en las ferias científicas porque los proyectos nacían del bosque. Nada era inventado; todo era vivido."

La profesora Lilly Ortiz tercera de derecha a izquierda en la primera fila con el grupo de Jiba Films, Documental Bosque de Maricao
El documental del bosque y los jóvenes de Jiba Films:
Ya retirada, Lilly Ortiz se integró a Cafiesencia y Jiba Films, colaborando, junto a un grupo de profesores excepcionales, en la producción del documental El Bosque de Maricao. En esta iniciativa participaron estudiantes de la Escuela Laura Mercado de San Germán, que ella dirigió, y de la Escuela Urbana de Maricao. El proyecto, que combinó aprendizaje académico y exploración ambiental, obtuvo un premio Emmy, reconociendo su valor educativo y comunitario. "Fue una experiencia maravillosa. El profesor les asignó roles: uno era camarógrafo, otro director, otro entrevistador… y todos lo hacían con una naturalidad que me sorprendía."
El proceso de filmación fue también una lección de vida. "Los muchachos no solo aprendieron de ciencias o historia ambiental; aprendieron a expresarse, a liderar. Todavía voy a Maricao y algunos me reconocen. Me dicen: 'Profe, yo fui uno de los del documental'. Eso no se olvida."
El legado y las semillas del futuro:
Cuando Lilly se retiró, sintió tristeza, pero también esperanza. "Sabía que había dejado una semilla fuerte. Tal vez el proyecto no continuó igual, pero las raíces estaban ahí."
Hoy, mira hacia el futuro con fe en las nuevas generaciones. "Quiero que las escuelas vuelvan a sacar a los estudiantes del salón. Que toquen la tierra, que aprendan de la naturaleza. El conocimiento más grande está allá afuera, no solo en los libros."
Para ella, el vínculo con el entorno es también una respuesta a los desafíos sociales. "La violencia ha crecido porque hemos perdido conexión con los espacios verdes. Un niño que siembra, que cuida, que observa… es un niño que aprende a valorar la vida."
Aprendizaje y pertenencia: el bosque como maestro: La historia de la profesora Lilly Ortiz no es solo la de una maestra ejemplar; es la de una visión que germinó en tierra fértil. Con el apoyo de su comunidad, convirtió la Escuela Laura Mercado en un símbolo de aprendizaje vivencial, donde el bosque y la finca se convirtieron en maestros. "El bosque nos enseñó que el conocimiento no tiene paredes. Solo necesita curiosidad, paciencia y amor."














